ARGENTINA (Redacción) – Es muy común conocer, informarse y enterarse de los éxitos en el mundo emprendedor, en aquellas startups que logran dar un paso que las lleva a una etapa de gran bienestar. Pero detrás de todo eso hay otro mundo, el mundo de Tito Loizeau, emprendedor serial y actualmente CEO de la agencia Caramba!, que acumula un 80 por ciento de fracasos en sus emprendimientos.
Su historia incluye muchas startups, la mayoría hundidas en los intentos por mantenerlas a flote. Quizás la que más recuerde fue Promored.com, el sitio de promociones que creó y por el que cerró su estudio contable. Puso allí todo su esfuerzo y tuvo una primera ronda de financiamiento. Era un proyecto prometedor hasta que todo cambió de un momento a otro.
“Cuando estaba en su segunda ronda de inversión nos agarró la caída del Nasdaq, así que fue un desastre”, recuerda el emprendedor quien, según su esposa, “no llora nunca”. Aunque siempre hay una primera vez. “Una vez lloré mucho, fue cuando volví de Nueva York de hacer la ronda de inversión y se había caído el Nasdaq. Fue el golpe más duro que tuve hasta entonces, porque por ese emprendimiento dejé todo lo que tenía. Había cerrado mi estudio contable y encima cargaba sobre mí con el nacimiento de mi segundo hijo y una casa recién comprada. Me sentía el rey del mundo porque Promored levataba plata y había sido elegida por Endeavor, y de un día para el otro no tenía para los sueldos”, rememora en declaraciones a la revista Apertura. “Me encerré a llorar ocho horas sin parar. No tenía consuelo. Era imposible para mí consolarme con alguien. Ni le dije a mi mujer ni a mis socios que había vuelto, me comí la derrota solo, llorando en la oficina”, recuerda aquél inicio.
Luego, la empresa se reconvirtió en una agencia y, hoy en día, cuenta con el respaldo de Endeavor y del reconocimiento de otros emprendedores.
Coleccionista de fracasos
Cuando uno intenta muchas veces algo y siempre falla, el listado de errores cae por decantación. Loizeau afirma que su proyecto de crear una cadena de cines en el interior del país sonaba bien en el antesala, pero luego fue un desastre. “Mi error ahí fue confiar en lo que la gente dice. Las encuestas están buenísimas pero la verdad es que hay que mirar qué hace la gente. En Gualeguaychú los vecinos te decían: ‘No abras un cine, abrí 10’. Y después nadie iba al cine”, se ríe a la distancia.
Su siguiente proyecto, una fábrica de sillones, iba viento en popa hasta que su cliente estrella quebró. “El error fue tener un solo cliente”, analiza hoy.
Uno de los emprendimientos que mejor prensa e imagen tuvo fue la apertura de un Barbie Store en la Argentina. Sin embargo, lo que bien empieza mal acaba. “La primera lección es que no delegar en tiempo es un gran problema, pero delegar antes también”, narra. “Yo abrí el Barbie Store mientras aún estaba enfocado por Promored”, continúa.
La lista de errores se completó con no prestarle atención a la ubicación de los locales, no tener en cuenta que las chicas –las principales clientas- estaban en el colegio en el horario en que él abría y no coordinar bien a las vendedoras (los locales estaban vacíos de gente y con empleados sin nada para hacer en esas horas).
¿Algún consejo final?
“En un momento de mi vida llegué a tener 46 socios. Más de los amigos que tenía en Facebook”, se ríe. “Tuve socios muy malos y otros buenos. Hay que saber elegirlos”, dice y deja un ejemplo para pensar: “A tu pareja tardás en elegirla pero con ella pasás 12 horas y, de ese tiempo, ocho horas las pasás durmiendo. Con tu socio pasás 8 despierto. Así que tenés que elegir mejor a tu socio que a tu pareja”.