BUENOS AIRES (Redacción) – Desde hace un año al menos que los habitantes de la ciudad de Buenos Aires se vieron obligados a convivir con un nuevo compañero: las facturas de los servicios públicos, puntualmente la luz, que comenzó a duplicarse, triplicarse, cuadruplicarse y así hasta muchas escalas más. Y mientras desde el interior del país recuerdan que las provincias ya pagan de más hace mucho tiempo, los porteños y los bonaerenses debieron pasar de un mes a otro con un incremento tarifario demoledor.
Y además de las viviendas particulares, los comercios son uno de los sectores prácticamente destruidos por las nuevas condiciones que presenta casos dignos de una película de terror.
En Villa Lugano, comuna de las más pobres de toda la Ciudad, hay comercios que no tuvieron más chance que bajar las persianas, mudarse o cerrar para siempre. La avenida más importante que divide Lugano de Mataderos, Eva Perón (ex Avenida del Trabajo) es un desfile de comercios cerrados y locales en alquiler que nadie quiere volver a ocupar: huyen espantados, entre los contratos de locación y los valores de los servicios públicos, no hay negocio que aguante.
Lo mismo pasa en otros puntos de la Ciudad, como la avenida Rivadavia que atraviesa Villa Luro, Floresta y Flores, que es un caso testigo de cómo en los últimos meses se han acabado muchos proyectos y emprendimientos que habían basado sus modelos de negocio, hoy totalmente truncos ante las facturas de luz, gas y agua, en menor medida.
Y el más reciente caso, muy importante para la comuna 2, es el cierre de la heladería y cafetería Victoria Cream, un gran y extenso local en la esquina de Charcas y Coronel Díaz, en la Comuna 2, que sin más vueltas decidió cerrar y mudarse a un local mucho más pequeño, sólo para vender helado, tras recibir la primera factura de luz de 60.000 pesos.
El cierre de comercios por las nuevas facturas de los servicios sigue en ascenso, y seguirá más aún porque los aumentos no terminarán, la inflación no cede y el consumo no se recupera.