BUENOS AIRES (Por José María Costa) – Responsable durante casi una década del programa de Policía Pacificadora que había logrado bajar los índices de delincuencia en Río de Janeiro, José Mariano Beltrame estuvo en Buenos Aires y habló con La Nación obre cómo recrudeció la violencia en el estado carioca y cómo la seguridad no se construye, solamente, con más policías en la calle.
Además, analizó a la Ciudad y la Provincia de Buenos aires y dijo que aún se está a tiempo para evitar llegar a la situación de Río, donde había «dos gobiernos» , el estatal y el del narcotráfico. Sobre si aceptaría volver al gobierno del Estado o del país, su postura fue tajante: no.
-¿A un año y medio de dejar la secretaría de Seguridad, cómo ve a Río con todo lo que pasó este año?
-Veo con mucha tristeza lo que está sucediendo. Veníamos de un periodo de esperanza de la gente, donde los índices de criminalidad habían bajado. Uno como habitante de la ciudad ve cómo creció la criminalidad en tan poco tiempo y es muy doloroso.
-¿Por qué recrudeció?
-Creo que fundamentalmente es porque el Estado quebró. La gente no solo percibe la falta de seguridad, sino los problemas en la salud pública, que las universidades están paradas y que hay crisis económica. Hay una grave crisis en Río y hay que tratar de salir de ella. Hay decadencia y debería haber más transparencia por parte de los políticos.
El problema es que Río de Janeiro enfrentó problemas financieros y no los supo superar. Esa es la gran verdad. La seguridad no es lo único que está mal. Es uno de los problemas, pero el problema está en el Estado.
-¿El crimen de la concejal Marielle Franco fue como llegar al fondo de la crisis de seguridad, o se puede caer más?
-Fue terrible y una muestra de esa pérdida del estatus de seguridad. Tengo mucho miedo de que la inseguridad empeore porque no veo un plan, una estrategia. No presentaron nada, ni por dónde van a comenzar, ni qué van a hacer. Nada fue expuesto de manera clara y transparente.
Hay que hacer un análisis profundo porque la situación está peor que cuando nosotros llegamos. No se ve una alternativa y la situación empeora. No se presenta nada. La estamos pasando bastante difícil y la población no sabe para dónde vamos.
-¿La administración de Michel Temer se contactó con usted para pedir asesoramiento?
-Hubo contactos informales, nada formal ni oficial. Es muy difícil porque es un gobierno transitorio y nosotros tenemos una elección en pocos meses. La seguridad necesita tiempo, estudio, dedicación y análisis. Necesitamos un plan de seguridad que sea posible y continuo.
Hay grandes problemas de representatividad política en Brasil. Se creó este Ministerio de Seguridad Pública, por tiempo determinado, que terminó generando una intervención militar, en un principio, en Río de Janeiro.
-¿Cómo se baja la inseguridad en una ciudad?
-La inseguridad no se da por un solo motivo. Son varios. Sociales, de acceso a la vivienda, de educación. La vida de las personas tiene que mejorar. La seguridad no es solo la policía, como piensan algunas personas.
La policía es una parte. La seguridad no depende solo del orden público, también debe participar la ciudadanía, a quien se le debe mejorar la calidad de vida.
Un policía con un arma en la calle no va a impedir que un padre salga a robar para darle de comer a sus hijos si no tiene comida. La policía es parte de la solución. No la solución.
-De sus visitas a la Argentina y por conocimiento, ¿qué opina de la seguridad en el país?
-Buenos Aires y toda la Argentina debe cuidarse mucho. Porque, generalmente, lo que acontece en Río después se replica en otras ciudades de América Latina. La Argentina tiene todo para no llegar a que le pase lo mismo que en Río de Janeiro.
La situación de Río es que hoy tiene dos gobiernos dentro de una ciudad, una fuerza pública y el narcotráfico, que crea feudos.
-¿El plan porteño para urbanizar villas es una medida que sirve para la seguridad?
– Dentro del concepto de seguridad que tenemos, que es integral, la urbanización de las villas es una buena medida. La seguridad pública son muchos elementos. La urbanización, el acceso al agua, las cloacas, salud o educación. Todos ayudan. Entendemos que la gente no tiene más paciencia para esperar seguridad, pero más policías en la calle no significa más seguridad.
Lo de acá, de urbanizar villas, no se puede hacer en Río de Janeiro, donde primero tiene que entrar la policía, desarmar a las bandas del lugar, devolver el territorio a los ciudadanos para, recién después, comenzar a urbanizar.
Pero es clave que todo este proceso ser transparente, analizado y monitoreado para su evaluación constante.
-¿Cuánto tiempo lleva formar un policía con esta mirada pacificadora?
-La formación debe ser constante. Siempre tiene que estar aprendiendo prácticas nuevas. Siempre se debe buscar mayor formación técnica.
El mayor problema que tenemos en América Latina se da en aquellos países en los que pasamos por sistemas totalitarios y dictaduras que provocaron un distanciamiento de la policía con la sociedad. En Brasil, las fuerzas armadas utilizaron a la policía y allí comenzó una separación de la sociedad con la policía.
Para enfrentar ese distanciamiento hay que crear una nueva cultura que incluya nuevas prácticas que los oficiales deben repetir todos los días. A lo largo del tiempo, esto se transformará. No es fácil, pero es absolutamente necesario.
Un policía en la calle debe mostrar que su postura es diferente. Tiene que mostrar comportamientos positivos.
-La Ciudad de Buenos Aires tiene su propia policía hace poco tiempo, ¿Qué consejos le daría a la cúpula de la fuerza?
-Es clave que esté bien estructurada y que esté a la altura de las expectativas de las personas. De lo que la sociedad necesita. Las personas están ávidas de seguridad y es necesario romper esa distancia que tienen con la policía. La capacitación, inteligencia y valorización del rol de la policía son claves.
-¿Fue consultado por alguna policía provincial de la Argentina respecto del modelo implementado en Río?
-Ni ahora, ni cuando era secretario de Seguridad. Lo que sí pasó fue que recibí muchas invitaciones de la Argentina para venir a hablar del tema. También hubo encuentros entre las policías e intercambios .
-¿Qué tres consejos le daría a un policía que está por comenzar sus funciones?
-Primero, el respeto a las personas. Luego, que ponga en práctica todo lo que aprendió en la academia. Por último, les diría que hagan una evaluación personal a diario de sus comportamientos para ver si hicieron bien su trabajo. Que se pregunten en qué contribuyeron para mejorar la seguridad pública.
Sin seguridad pública no hay posibilidades de nada. Para mí es el primero de los derechos. Nada prospera sin seguridad. Ni los negocios, ni las escuelas, ni los hospitales, porque las personas tienen miedo de caminar por la calle. La seguridad tiene que ser una prioridad, porque si no los otros derechos no suceden.
-¿Es importante conocer al policía de la cuadra?
-Claro, porque crea vínculos y eso es fundamental. Las Unidades de Policía Pacificadora (UPP) de Río lo pusieron en práctica. Los policías compartían clases de música, de baile, de fútbol y de artes marciales con los más chicos los sábados para retomar ciertos valores.
Eso creaba vínculos y generó, por ejemplo, que policías se casaran con vecinos de la zona, o fueron padrinos de casamientos, o de bautismos.
Así como había un modelo de crianza en esa zona que era el del líder narco, que era el déspota del lugar, ahora hay pequeños que tienen como modelo a los policías porque los ven todos los días ahí.