Literalmente, esto arruina el negocio de la aplicación de transporte de pasajeros que irrumpió en el mundo jaqueando el mercado de los taxis y los remises. ¿Por qué? Porque California, la ciudad que vio nacer esta modelo de negocio que se expandió vorazmente, aprobó una ley que sentaría precedente y cambia para siempre la idea original: desde ahora todos los conductores deberán pasar a ser “empleados” de Uber.
La legislatura de California aprobó la ley que obliga a varias plataformas de movilidad como Uber o Lyft y que también incluye a los deliverys, a registrar a sus conductores como empleados en lugar de tomarlos como contratistas o monotributistas, en el caso de Argentina. La normativa también se aplicará al servicio de envío de comida y a otros relacionados.
Precisamente, las empresas que llegaron para revolucionar un mercado intocable ahora están en serios problemas. Uber es una de las empresas que debieron salir a la Bolsa en 2019 con cotizaciones mucho más bajas de lo esperadas y sus acciones se depreciaron con el correr de los meses. De hecho, en agosto las acciones de Uber se derrumbaron en Wall Street tras el anuncio de la compañía por haber perdido más de 5.000 millones de dólares.
Ahora, la ley aprobada en la tierra de los emprendedores tecnológicos afectará a todas las empresas similares a Uber y que utilizan personas para su traslado, porque desde el 1 de enero de 2020 todos deben dejar de ser contratistas externos o monotribustistas y pasar a ser empleados directos, lo que podría elevar los costos fijos hasta más del 30 por ciento.
Hasta la fecha, en el caso de Uber, los conductores al ser monotribustias no tenían acceso a ninguna protección laboral, ni salario mínimo, ni seguro de desempleo, ni vacaciones ni ningún derecho como trabajador. Según las empresas de delivery y desde Uber, “el hecho de que los trabajadores sean contratistas y no empleados les brinda mayor flexiblidad con el manejo de sus tiempos”.
Pero no todos piensan lo mismo: los especialistas en el tema aseveran que los cambios en las normativas vigentes no deben implicar modificación alguna en los turnos de los conductores. Es decir, no tienen argumento para tomar a los millones de conductores como empleados de la empresa. La respuesta era de esperar: podrían cerrar todas en caso de que esto, finalmente, sea así. Pero la ley, es la ley.
Uber, surgida hace una década en San Francisco, permite desde entonces que cualquier persona con un celular y un auto solicite darse de alta como conductor y empezar a trabajar bajo la figura de “contratista independiente”, según los términos de la compañía. Desde el próximo 1 de enero, esto no existirá más: deberán ser empleados. ¿Qué hará el resto del mundo?