BUENOS AIRES (Redacción) – Una vez más, el exitoso Cerdo Capitalista aporta a la formación del emprendedor, a la evolución en el éxito económico que, en esta oportunidad, en colaboración para Ciudad Emprende, trae uno de sus mejores post sobre el éxito económico. Imperdible.
La métrica del éxito económico que sí importa
Me causa mucha gracia escuchar a la gente decir frases como “¡Boludo! Fulanito se puso a invertir en bolsa y el año pasado ganó 10 mil dólares”… ¿Entonces? ¿Eso qué debiera decirme? ¿Algo en absoluto? Cualquier persona que entiende dos pavadas de números, ya sabe que la métrica de “margen bruto” (o neto) no dice casi nada pero, sin embargo, la abrumadora mayoría de nosotros creemos, en un momento de debilidad mental, que ganar 10 mil dólares es un mérito. ¡Lo que importa es el ROC! Como decía Pity Álvarez en Intoxicados, queremos ROC, queremos ROC, ROC, ROC… chicos y chicas quieren ROC, ¡quieren quieren quieren ROC!
“ROC” significa “Return on Capital” que, en castellano, vendría a ser “retorno sobre el capital”. Es una medida de rentabilidad. No es lo mismo ganar, en un año, 10 lucas verdes habiendo puesto 100 que habiendo puesto 20 (en el primer caso el ROC es del 10% y, en el segundo, es un friolero 50%).
El ROC más choto al que uno puede aspirar suele medirse con los bonos del tesoro estadounidense (que se vienen pagando hace 200 años, así que son LA inversión segura del planeta). Hoy rondan el 2% anual, en dólares. Así que, si te cruzás con alguien que ganó usd 10 mil verdes, habiendo puesto medio palo, no es ningún San Martín: tan sólo logró el rendimiento más conservador del mercado.
…y eso también aplica al tiempo. Si tus viejos te mandaron al mejor colegio secundario (donde te hiciste de los mejores contactos) y después te pagaron Harvard, tu “capital” (“capital humano” pongámosle) es muy alto. Si con ese background terminás ganando lo mismo que un verdulero exitoso, claramente tu ROC fue muchísimo más bajo que el de tu compatriota vendedor de verduras (si es que el segundo no fue a tu buen colegio secundario ni a Harvard).
La pregunta entonces es: ¿De quiénes hay que aprender? (¿de los que tienen muchos éxitos, pero nunca superaron el cero en ROC, es decir, no tuvieron retorno sobre el capital en absoluto? ¿de los que tienen éxitos moderados, pero con ROCs estratosféricos?)
Para tratar de responder a esa pregunta con mi amigo Felipe, compañero del glorioso EmprendING, inventamos el índice Magnin-Roitman: un numerito mágico que condensa el éxito económico de alguien en relación a su origen (y, nos permite saber, si hay que escuchar al tipo/a en cuestión con muchísima atención o como si fuésemos hiperactivos con trastorno por déficit de atención).
¿Cómo determinar la idolatría bien justificada sobre un crack? Haciendo una división: Riqueza neta generada en la vida laboral SOBRE, (abro paréntesis) Inversión Total de sus padres o tutores en él/ella, actualizada por inflación en dólares al presente, hasta que el tipo/a empezó a laburar MENOS Inversión total de él/ella en sus padres o tutores (cierro paréntesis)
Ejemplos:
¡La idolatría más justificada sobre un crack se da cuando el índice Magnin-Roitman da infinito o negativo! En muchos casos, el denominador de la fórmula (la inversión total de los tutores o padres sobre el o la futuro/a crack) da cero (pues sus padres invirtieron en él lo mismo que él en ellos) o negativo (pues él invirtió más en sus padres, que ellos en él).
En este sensacional caso de superación personal está:
-La gente que se vio obligada a empezar a laburar a los 10 años (¡y lo hizo muy bien!), abandonando el colegio y ayudando económicamente a sus padres antes de que otros niños de su misma edad tengan permitido caminar solos por la calle.
-La gente que no tuvo lujos, fue a colegios públicos y, sin sufrir en su infancia, empezó a laburar a los 17 años para después encontrarse con que, ya a sus 18, sus padres no podían mantenerse a sí mismos (porque Menem pagaba jubilaciones de hambre, o porque tuvieron una crisis psiquiátrica y hubo que internarlos en un geriátrico de 15 mil pesos al mes, o porque nunca laburaron y no tener un peso partido al medio era la norma).
La idolatría muy bien justificada, la vemos con índices Magnin-Roitman superiores a 10.
-¿Construiste una desarrolladora inmobiliaria que vale 50 palos verdes donde tu participación es del 20% (tenés 10 palitos) y tus viejos invirtieron en vos USD 200.000? Exclusivamente hablando de términos económicos, multiplicaste por “50” la inversión de tus padres. Una bestialidad de buen rendimiento.
-¿Lograste comprarte tu propio taxi o tu propio puesto de revistas, partiendo de una inversión neta de tus padres en vos muy baja (onda usd 5.000)? ¡También es un caso admirable para estudiar y aprender! (de igual manera que la del startupero inmobiliario)
-¿Tuviste infancia de niño rico, en cuna de oro, con una friolera inversión de tus padres en vos de un millón de dólares y, gracias a esas oportunidades, construiste un startup tecnológico que hoy vale 5 mil millones de dólares? Sos últra crack y tu cuna de oro no te quita ningún mérito. Es una pelotudez pensar que “no tener un peso” en los comienzos es alguna clase de mérito per se. Sin sentido.
La idolatría bien justificada, pero no tan excepcional, se da cuando el índice Magnin-Roitman está entre 2 y 10.
-Si viviste en la clase media muy tranqui toda tu infancia yendo a buenos colegios privados (pero no elitistas) para después tener la oportunidad de ir a una universidad pública; y además, empezaste a laburar a lo crack relativamente temprano (¿a los 20?), estás en este grupo.
-¿Lograste acumular a tus 40 dos derpas de 100 mil dólares cada uno y tus viejos invirtieron en vos 100k lechugas? Entonces, es un glorioso “2”: ¡generaste riqueza!
-¿Decidiste abandonar el camino estudiantil antes de terminar la secundaria y te pusiste un negocio rentable en el interior? Probablemente, también tengas un lindo retorno sobre el capital puesto en vos.
Y ahora sí, a lo polémico: La idolatría bien boluda, se daría cuando el índice Magnin-Roitman está entre 0 y 1.
-¿Tenés 50 años, fuiste a colegios carísimas, viviste en barrios acomodados (forjando contactos “abridores de puertas”), estudiaste 4 idiomas de arriba, te pagaron la casa y el auto, a los 23 te regalaron un MBA en Harvard y, con todo eso, sólo construiste un negocio de poca monta? No tendría mucho sentido que la gente aprenda de tu experiencia.
-¿Tuviste una feliz infancia (y adolescencia) de clase media baja y, hoy, a los 40 no acumulaste siquiera capital equivalente a un departamentito de dos ambientes? Tampoco sos un caso de éxito.
Con el índice Magnin-Roitman, se llega a la conclusión de que hay que estudiar (y aprender de) Maradona, del inmigrante de primera generación que le está yendo muy bien con la verdulería de tu esquina, de Wenceslao Casares, del dueño del bar donde vas todas las mañanas a tomar un cafecito, de Messi, de tu compañero de la facu que hoy labura en relación de dependencia en Globant, de Santiago Bilinkis, de tu amigo abogado buitre que hace guita sacándosela a otros sin agregar valor real a la sociedad, de Juan Martín del Potro, del narcotraficante que vende metanfetamina a tres cuadras de tu oficina, de Alfredo Coto, del repositor de tu supermercado que tuvo una infancia heavy metal, de Martín Migoya, de tu amigo de familia aristocrática que la rompió toda en los negocios, de Manu Ginóbili, y de otros tantos.
¿Cómo enriquecerías a este glorioso índice Magnin-Roitman? ¿Cómo le cruzarías moral y suerte a la ecuación? ¿Cómo dejar de perder el tiempo escuchando historias de supuestos “cracks” que no son tales? ¿Cómo encontrar a los cracks que son MÁS que cracks y les pasamos por al lado todos los días sin darles pelota?