MEXICO.- Las empresas sociales están a la orden del día. Cada vez más jóvenes con hambre de cambiar el mundo ponen todo su talento y esfuerzo al servicio de proyectos que generen un impacto positivo en la sociedad: proyectos en favor del medio ambiente, la educación, salud, vivienda, servicios públicos… la lista de posibilidades es interminable.
En esencia, las empresas sociales tienen como finalidad mejorar las condiciones de una comunidad determinada, y aspiran a trascender fronteras para llegar a cuantas personas sea posible. No son ONG, empresas estatales ni negocios tradicionales: aunque son ante la ley empresas con fines de lucro, aplican estrategias de mercado para alcanzar un objetivo social.
En su fundación, crecimiento y operación diaria, las empresas sociales deben enfrentarse a una cantidad importante de desafíos, tanto internos como externos. ¿Cuáles son estos retos a superar para conformarse como verdaderos agentes de cambio?
Crear un producto o servicio de gran valor
Uno de los grandes errores de las empresas sociales nacientes es que descuidan la calidad de su producto o servicio. “Muchos emprendedores creen que por el simple hecho de ser empresas sociales la gente se interesará por lo que ofrecen… pero el consumidor promedio no consume sólo por generar impacto”, explica Juan del Cerro, director ejecutivo de Socialab México y conductor de Disruptivo. Así pues, un gran reto de las empresas sociales es crear productos o servicios que, además de generar impacto, agreguen valor al cliente, sean competitivos con lo que existe en el mercado y tengan precios razonables.
En este sentido, el emprendedor social debe comprender a fondo no sólo su causa, sino también su mercado. Alejandro Souza, creador y gerente de Pixza, añade: “hacer las preguntas necesarias es clave. Todo emprendedor social debería conocer a fondo la historia de vida y los deseos de la gente para poder diseñar soluciones a la medida, es decir, crear productos sostenibles.
No descuidar procesos administrativos
No cabe duda que “allá afuera” hay proyectos con potencial de generar un impacto enorme. Pero, ¿qué sucede a la hora de buscar convertirlas en negocio? Se quedan en meras ideas. A la mayoría de los emprendedores sociales les fascina la idea de innovar, de crear constantemente… Pero el proceso administrativo les aburre.
“Los emprendedores suelen enfocarse en generar impacto, pero descuidan las finanzas de su empresa al considerarlas algo secundario. Olvidan que una empresa social sigue siendo una empresa, y que debe funcionar como tal para alcanzar sus objetivos”, explica Del Cerro.
Obtener financiamiento
Como toda empresa, las empresas sociales tienen gastos: sueldos de sus miembros, renta de oficinas, gastos burocráticos, desarrollo de un sitio web, manejo de redes sociales… La pregunta es, ¿de dónde obtienen financiamiento?
Algunas organizaciones, como Dale la cara al Atoyac, que busca impulsar la regeneración de la cuenca del alto Atoyac, reciben donativos por medio de afiliaciones a su programa. Además, organizan eventos anuales de crowdfunding y subastas. Pero su proyecto más ambicioso para sostenerse es un e-commerce, a través del cual venderán productos relacionados con la causa que apoyan. Hasta ahora, según relata Carlos Eduardo Tapia, socio y fundador, se ha sostenido principalmente por medio de donaciones y de sus propios ahorros provenientes de otros negocios.
Para Juan del Cerro, el reto no es tanto conseguir el dinero para empezar –para ello existe una enorme cantidad de concursos, premios y fondos– sino en dejar de depender de tales fondos. “Muchos emprendedores sociales se acostumbran a vivir de concurso en concurso, y nunca aprenden a funcionar como un negocio sustentable”, explica.
Al respecto, Alejandro Souza cree que es indispensable que todo emprendedor sepa exactamente de dónde proviene su financiamiento. “Tarde o temprano encontrarás alguien que te dé dinero para financiar tu negocio. Pero es probable que esa persona quiera tener voz y voto, es decir, que se sienta con el privilegio de opinar sobre las decisiones de tu empresa. Hay que conseguir financiamiento, pero hay que saber escoger sabiamente la fuente de tus recursos”, opina.
Operar en un marco legal difuso
Ya dijimos que las empresas sociales no son empresas con fines de lucro comunes y corrientes, pero tampoco organizaciones no gubernamentales ni estatales. Hoy día, no existe una distinción legal para las empresas que generan ganancias, pero cuyo objetivo principal es hacer una transformación social.
“Las empresas sociales tienen que trabajar como empresas normales; deben pagar los mismos impuestos, cuando no tienen los mismos índices de retornos, poseen estructuras de costos más grandes y dependen de diferentes tipos de financiamiento. Así que es un reto que no exista una legislación específica que proporcione a los emprendedores sociales ciertos beneficios”, explica Del Cerro.
Conformar un equipo sólido
“Todo emprendedor social debe tener ego suficiente para saber que sí puede cambiar su entorno, y suficiente humildad para saber que no puede hacerlo solo”, comparte Souza. Todo emprendedor requiere rodearse de un buen equipo de colaboradores para avanzar, pero en el caso de los emprendedores sociales, esta necesidad se vuelve aún más apremiante.
Y es que, a decir del creador de Pixza, los emprendedores sociales se meten a un mundo realmente complicado. La única forma de avanzar es “tener la certeza de que sí se pueden lograr cambios profundos, es decir, una gran convicción, y al mismo tiempo, sabiduría para buscar gente que te apoye en tu proyecto y te ayude a reforzar tus puntos débiles”. Se trata, en última instancia, de generar sinergias estratégicas.
Aprender a delegar
Querer acaparar todos y cada uno de los procesos es una de las peores manías de los emprendedores primerizos. Si bien es entendible (y necesario) que al iniciar un negocio los emprendedores hagan un poco de todo, conforme pase el tiempo es importante integrar un equipo que comparta la visión del negocio y que permita al emprendedor llevar la tutela.
“A la hora de crecer, uno debe poder replicarse a uno mismo”, explica Souza. “Debe dejar de querer acapararlo todo y poner gente en lugares estratégicos, gente que le quite carga de trabajo y que conserve el espíritu de la empresa”.
Fuente: Soy Entrepreneur