ARGENTINA (Redacción) – Hoy debutó Uber en la ciudad de Buenos Aires, y si todavía no te enteraste, se trata de una app para iOS y Android que conecta usuarios con conductores de coches, con el objetivo de “movilizar a las personas”, es decir, una idea colaborativa y que de manera disruptiva es convierte en una amenaza para sectores del transporte argentino como los taxis.
Uber funciona así:
-Descargás la app en tu smartphone.
-Te das de alta y das los datos de tu tarjeta.
-Desde ella podrás elegir qué coche y conductor te llevan.
-Escogés el origen y el destino.
-Te mostrará una tarifa que varía de conductor a conductor.
-Cuando llegues a tu destino no tenés más que apretar un botón desde tu smartphone para pagar. Sin dinero en efectivo, sin tarjetas de crédito de por medio. Además, podés puntuar a tu conductor en una escala de 1 a 5 estrellas según tu criterio.
La disrupción de Uber, las licencias y la ley
La disrupción de Uber pone nerviosos a los taxistas de todo el mundo. En Europa, por ejemplo, hubo una huelga masiva de taxistas por considerar a este servicio como «desleal». Y el germen de la discusión está en la ciudad natal de Uber, Barcelona, donde apenas hay 10 conductores en este momento. Y ahora en Buenos Aires, la disrupción es total, pero ojo, porque no afectará nunca a los conductores de los taxis, sino al núcleo del negocio: los gremios.
El rubro indica que desde hace muchas décadas que los gremios manejan un negocio en el cual para poder conducir un taxi se debe pagar mucho dinero a una entidad que los rige, un concepto de negocio impuesto que sólo beneficia a unos pocos, nunca a los peones. Por eso, Uber rompe con todos los esquemas.
Incluso, quizás obligue al gremio de los taxistas a tener que modificar su estructura de poder eterna. Pero antes darán pelea, y para hacerlo recurrirán al Estado.
¿Qué es lo que pasará? Los sectores tradicionales están sufriendo el acoso de soluciones muy superiores basadas en internet y la economía colaborativa. Y la ecuación es muy simple: si no es hoy, será mañana, pero cuanto más se retrase hacer frente a la realidad, mayor será el batacazo.
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