ARGENTINA.- A horas de las elecciones presidenciales algunos cerebros continúan en el proceso de decidir a qué candidato votar y otros ya lo tienen decidido, y también quienes lo terminarán de decidir en el cuarto oscuro. Tiempo Argentino consultó a expertos en neurociencias para averiguar, ¿qué pasa en el cerebro a la hora de tomar decisiones?
«Aunque, por supuesto, tomamos decisiones conscientes, nuestro cerebro desarrolló un mecanismo que muchas veces está basado en memorias y emociones previas. Gran parte de nuestras decisiones se hace en forma automática y no llega al nivel de la conciencia», explica Facundo Manes, neurólogo y neurocientífico, creador del Instituto de Neurología Cognitiva, presidente de la Fundación INECO y rector de la Universidad Favaloro.
En todos los procesos de decisión participan dos componentes: el emocional y el racional. Depende en cada caso cómo se muestren los datos. Entonces uno decide votar por consideraciones emocionales o necesidades como la seguridad o beneficios familiares.
«En cada decisión se consideran argumentos racionales y emocionales. Ambos procesos activan la parte de la corteza frontal más cercana a la frente (corteza prefrontal) pero lo hacen de manera distinta. Cuando priman los aspectos emocionales de una decisión se activa más la parte medial de la corteza prefrontal. En cambio, cuando priman las consideraciones racionales se activa en mayor medida la parte lateral de esa corteza», explica Mariano Sigman, director del Laboratorio de Neurociencia de la Universidad Torcuato Di Tella y autor del libro La vida secreta de la mente.
El experto agrega que «en el corte interior en el medio del cerebro, en el plano que separa los dos hemisferios, se pueden identificar subdivisiones de la corteza frontal. Por ejemplo, la corteza ventromedial prefrontal y la corteza orbitofrontal, que coordinan distintos elementos de la toma de decisiones. «De manera imperceptible, como si cada alternativa decantase naturalmente, comparamos el universo de opciones posibles en una balanza mental, lo ponderamos y finalmente decidimos. Sobre esas alternativas ponemos en acción los circuitos cerebrales que conforman la maquinaria de la decisión», asegura Sigman.
Manes agrega que aunque son varias las zonas involucradas en la toma de decisiones, la corteza frontal desempeña un papel clave. Esta área cerebral permite integrar la información del contexto, recibe la información de los cambios que se producen en el organismo y participa en la regulación de los estados de ánimo. Se trata de la parte del cerebro que tiene que ver mayormente con nuestra identidad.» El experto explica que las personas que sufren una lesión en esta zona, cambian su comportamiento: prefieren la recompensa inmediata y no piensan en las consecuencias a largo plazo e hipotecan su futuro.
Pedro Bekinschtein, biólogo, doctor de la Universidad de Buenos Aires, y autor del libro 100% cerebro, explicó que «en el caso de las elecciones presidenciales, habrá quienes decidan su voto recién a último momento y esto puede ocurrir por una situación de incertidumbre provocada porque las propuestas se parecen mucho, entonces racionalmente se dificulta tomar una decisión y pasa a jugar un lugar fundamental las emociones y la intuición. Muchas veces ocurre lo mismo cuando estamos bajo el dominio de alguna situación límite o estrés», y expresó que al tomar una decisión, además de ejecutar la opción elegida, el cerebro genera una creencia. «Es lo que percibimos como confianza o convicción en lo que hacemos.» Para Bekinschtein, el cerebro toma microdecisiones que luego toman la forma de la gran decisión, la decisión definitiva. (Redacción CE)