BUENOS AIRES (Redacción) – La Ciudad de Buenos Aires, hoy, es cara para todos: para los porteños, los bonaerenses, todos los argentinos y los extranjeros. Sin embargo, dos reductos son los principales focos de atracción de consumidores de indumentaria y otros productos: hablamos de la famosa Avenida Avellaneda, en el barrio de Flores, y Once, otro clásico porteño. Sin tocar el tema La Salada, estos dos centros comerciales se reparten casi la totalidad de las compras.
En ambos sitios hay recomendaciones que son clásicas: caminar para encontrar los mejores precios, tener cuidado al caminar por la vereda, estar atentos a posibles urtos, tener paciencia, regatear precios y detectar buena o muy mala mercadería.
En Avellaneda, siempre es un buen concejo caminar las calles paralelas a la avenida, como Bogotá, donde también restá repleto de locales y con precios menores a los locales de Avellaneda. En Once, casi todo da a la avenida Pueyrredón pero también hay muchos locales en las intersecciones. Quizá el precio no difiera tanto como en Avellaneda.
En Flores, quienes quieran ropa van a encontrar mucha oferta, sobretodo a lo que se vista de moda, como ropa tipo deportiva. Abunda, además, mucha ropa de mujer, y una increíble cantidad de marcas propias que producen prendas de muy buena caidad. En Once, en cambio, además de ropa de ambos sexos y de mucha menos marcas, la oferta se amplía a varios rubros.
De ambos, sí, es posible unificar un dato insoslayable: la inseguridad, más cuando comienza a caer el sol.
Ambos puntos de la Ciudad generan inmensas ganancias mensuales. Los locales de alquiler, en algunos casos, son tan elevados pero a la vez rendidores: en un año se puede recuperar la inversión realizada.