BUENOS AIRES.- No hay chance alguna. Estacionar en la ciudad de Buenos Aires es cada vez más complicado. No porque cada año se incremente el parque automotor y la ciudad sea un homiguero de autos, motos y camionetas, sino porque la propia Ciudad de Buenos Aires se puso como meta reducir lo máximo posible la presencia de hombres al volante.
Por ejemplo, añadiendo más carriles de bicisendas que, en determinados barrios, casi no se usan y limitan la posibilidad de poder encontrar un espacio para estacionar. O restringiendo el estacionamiento que antes era libre.
Todo esto pasa y mucho en el barrio de Parque Avellaneda, en las calles Directorio y Lacarra, donde en un radio de cinco cuadras a la redonda, literamente, los autos no encuentran cómo ni donde estacionar. Con dos escuelas que ocupan toda una manzana, más las nueva bicisendas y los espacios antes libre y ahora bajo apercibimiento de multa, quien goza de trasladarse en auto maldice el tener que estacionarlo.
Si bien la Ciudad ya no tiene capacidad de albergar nuevos autos, la solución no es ocupar calles con bicisendas. La solución es pensar alternativas convenientes para todos, ya sea quien tiene auto y quien no lo tiene. Tampoco obligar al conductor a no utilizar más su transporte porque las alternativas deben ser iguales para todos.
Por lo pronto, que los edificios nuevos, todos sin excepción, sean construido con cocheras dentro de la unidad. Que los puntos más alejados de los centros comerciales tengan un fluido acceso en transporte público de pasajeros, entre otras cosas.