La Web permite contactar a personas que tienen similares necesidades e intereses; las prácticas que revolucionan los hábitos de consumo
ARGENTINA.- iciativas de la sharing economy o economía colaborativa, como viajes compartidos (carpooling), la obtención de un espacio en tu casa (couchsurfing), el crédito entre pares y el coworking -entre muchos otros términos nuevos- se van acercando a las empresas.
El filósofo y consultor de empresas Diego Lo Destro compartió, entre 2011 y 2014, oficinas con una contadora que era dueña de un inmueble de 90 metros cuadrados en la calle Rodríguez Peña. María Avila, directora de Marketing y Comunicaciones de Randstad, usa desde hace cinco años Airbnb, el sistema que permite alquilar cuartos o casas particulares completas en cualquier parte del mundo, y ya no contrata hoteles cuando va de vacaciones con sus hijas a Nueva York o a París. Lucila Rodríguez, de Girls in Tech, la ONG que promueve la llegada de más mujeres al mundo de la tecnología, no tiene oficina y suele hacer reuniones en La Maquinita o Área Tres.
Las iniciativas de Lo Destro, Avila o Rodríguez son fáciles de implementar porque implican decisiones individuales, pero el desafío al que se enfrentan hoy las empresas es congregar a sus empleados en una plataforma para compartir distintas cosas.
En abril pasado, Avila se enteró de la iniciativa de carpooling de Mercedes-Benz, denominada Tenesunlugar.com y no lo dudó. Al igual que DirecTV y Bayer, anotó a la empresa en la que trabaja para que toda su gente pudiera compartir el auto con colaboradores de otras compañías. «Creemos fuertemente en la iniciativa de share economy, porque todo lo basado en la reputación genera compromiso. Además, reducís costos de nafta, ahorrás tiempo si es que antes viajabas en transporte púbico y, encima, contribuís con el medio ambiente. Se gana por todos los costados», afirma.
«Es verdad que estamos lejos de otras sociedades, pero creo que lentamente avanzará», confía Avila, que llevará el carpooling a la filial de Rosario para ahorrar el costo de los remises. «No es solo el dinero; es la experiencia que genera compartir el viaje con otro ejecutivo, compartir puntos de vista, saber cómo es otra empresa», agrega. Tenesunlugar.com es una plataforma donde se pueden compartir viajes con gente de una misma organización o de empresas asociadas, ahorrando tiempo, dinero y espacio. Al registrarse, los empleados pueden ofrecer su vehículo para compartirlo con otros empleados y, a su vez, los miembros de la empresa que necesitan movilidad encuentran en la plataforma los vehículos que hay disponibles. En el sitio se puede ver por qué calle pasará el auto y los horarios de llegada y partida.
Ford hizo algo similar con SincroPool, y permite a cada empleado registrarse en esta «comunidad de confianza» online. «A las empresas les ofrecemos el servicio de crearles una página para que sus empleados puedan coordinar los viajes. Hoy ya tenemos más de 30 compañías, entre otras Volkswagen, Santander Río y MercadoLibre, con más de 15.000 usuarios», sostiene Martín Rubio, uno de los creadores de la plataforma.
Para algunos, estas iniciativas basadas en una confianza evaluada por pares tardará en instalarse en la Argentina. Lo Destro, sin embargo, confía en su difusión. «La economía colaborativa es un concepto que no tiene más de 15 años en el mundo. Lo que antes sucedía en el mercado, la plaza o el pueblo, hoy se da en la red, y la reputación y la confianza comienzan a estar nuevamente en foco. Todos, a falta de conocidos, buscamos hacer negocios o intercambiar conocimiento o ideas con personas que tienen una alta reputación virtual, porque eso minimiza nuestra sensación de vulnerabilidad. Con gente evaluada por otros estamos más dispuestos a asumir riesgos», afirma. (Redacción Ciudad Emprende)
Buena costumbres
«Por más que no estén en una plataforma, las empresas siempre han promovido iniciativas de economía colaborativa quizás sin saberlo: una bolsa de trabajo, un espacio para intercambiar libros escolares del año anterior, juntar entre todos plata para donar a una ONG. Lo que cambia ahora es que estas acciones y sus actores adquieren una reputación según cómo se comporten», afirma Mariela Basch de El Plan C, un blog especializado en share economy. «Se está quitando el acento de la propiedad para ponerlo en las relaciones. Es descentralizar, abrir, reunir y crear comunidades a través de las nuevas tecnologías, pero también a través de la palabra cara a cara», afirma.
Los hábitos de consumo, otrora individuales, migraron hacia nuevos modelos, potenciados por las redes sociales y plataformas de tipo peer-to-peer (entre pares), donde la distancia del desconocimiento se reemplaza o atenúa con las valoraciones y referencias de otros usuarios, lo que da origen a nuevas maneras de relacionarse. El término apareció hace poco. En 2007 lo usó por primera vez Ray Algar en Leisure Report, pero el concepto comenzó a popularizarse en 2010, con la publicación del libro What’s Mine Is Yours: The Rise of Collaborative Consumption (Lo que es mío es tuyo: el ascenso del consumo colaborativo), de Rachel Botsman, y la difusión de sus charlas en TEDxSydney.
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