BUENOS AIRES (Redacción) – Hablar de “ausentismo” siempre resulta algo injusto, porque la mayoría de los docentes van a trabajar todos los días, ponen el cuerpo y se desviven por sus alumnos. Sin embargo, las inasistencias de profesores son un viejo problema de la secundaria, que implica que las omisiones de algunos dañen el prestigio de muchos, y que impacta en el aprendizaje de los chicos, cita Clarin.
Aunque no hay cifras oficiales de ausentismo, uno de los datos más recientes surge de las últimas pruebas PISA, que la OCDE toma en secundaria. Allí se preguntó a los directores de escuela de 64 países si creían que las ausencias de los profesores “afectan el aprendizaje” de sus alumnos. Solo el 41% de los directores argentinos respondió de manera negativa; el promedio para la OCDE fue 87%. Según esta medición, basada en percepciones, los docentes argentinos quedan en el puesto 62 sobre 64 países: solo superan a los de Túnez y Uruguay.
Además, 1 de cada 4 (23%) directores argentinos respondieron que el aprendizaje se ve afectado por la impuntualidad de los profesores: el doble que el promedio mundial.
“Según la OCDE, el promedio mundial indica que el ausentismo de los docentes afecta al 13% de los estudiantes, pero en Argentina este porcentaje asciende al 59%, y es uno de los más altos del mundo”, explicó Alieto Guadagni, director del Centro de Estudios de la Educación Argentina, quien analizó estos datos en un boletín reciente.
Al comparar con el resto de la región, “el mejor posicionado es Perú, donde solo el 16% de los estudiantes se ve perjudicado por la ausencia de los profesores. Le siguen México con 17, Colombia con 22, Chile con 25, Brasil con 34, Argentina con 59 y Uruguay con 65%, el peor del total de países evaluados”, añadió Guadagni, siempre según las opiniones de los directores.
El informe Educación para todos 2000-2015 de Unesco advierte que no es lo mismo el calendario escolar oficial que las horas reales de enseñanza, y señala que en Argentina un tercio de los alumnos dijeron haber tenido “problemas debidos a los retrasos, el ausentismo y la inasistencia ocasional de los docentes”. Según Unesco, esto “repercute en el aprendizaje porque se reduce el número de horas dedicadas a la enseñanza”.
Además del impacto pedagógico, el ausentismo repercute en el presupuesto educativo. Así lo denunció la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la apertura de sesiones del Congreso en 2012: “El promedio nacional de ausentismo es 24,18%. Un cuarto de la masa salarial que se paga en la Argentina a los docentes, se paga dos veces, porque le estoy pagando al que está en el cargo y al suplente”.
Ese mismo año, la Resolución N° 170 del Consejo Federal de Educación creó una comisión para producir “estudios y aportes relativos al ausentismo de docentes y estudiantes”, dado que no hay información agregada a nivel nacional, pero desde el Ministerio informaron a Clarín que no se logró recabar los datos de todas las provincias.
Según un primer relevamiento presentado por el ministro Alberto Sileoni en 2012, las principales causas del ausentismo son enfermedades psíquicas, atención a familiares enfermos, dispersión de la carga horaria en varios establecimientos, motivación personal y compromiso de los docentes, además de falta de liderazgo de los directores.
“El aumento del ausentismo responde a la gran complejidad que enfrenta el oficio, con múltiples demandas sociales, que antes la escuela expulsaba y ahora intenta contener –plantea Axel Rivas, investigador de Cippec–. La flexibilidad de los regímenes de licencias no es la explicación del ausentismo: es la enorme presión que viven en sus condiciones de trabajo y la baja formación que tienen para enfrentar esta diversidad de problemas”.
Un estudio de Cippec de 2011 encontró que hay grandes diferencias según escuelas: mientras algunas tienen tasas de 30% de ausentismo, en muchas la proporción es inferior al 10%. Es decir que el problema se concentra en algunos docentes y en ciertas instituciones.
Para Rivas, “la mejor política para disminuir el ausentismo es formar y seleccionar a directivos que sean verdaderos líderes pedagógicos, que generen trabajo colaborativo, proyectos de mejora y autoevaluación institucional. Un buen clima laboral, desafiante y democrático, es el mejor antídoto, pero sin mejoras en las condiciones de trabajo tiene patas cortas. La combinación de mejor formación, carrera, salario y apoyo para la enseñanza es la respuesta más profunda”.
Las condiciones de trabajo, un debate pendiente
Desde los gremios plantean que la noción de “ausentismo” encubre el problema de las condiciones laborales de los educadores. SADOP, el sindicato que nuclea a los privados, hizo una encuesta a 4.5000 docentes de la que surge que más del 50% se tomó una licencia en el último año. La principal causa son enfermedades de corta duración: el 70,4% de los profesores tomaron licencia por ese motivo. Un dato clave: más del 60% de los docentes que padecieron “resfríos, rinitis, dolor de garganta”, “problemas urinarios, renales”, ”hipertensión arterial” y “alergias respiratorias” concurrieron enfermos a trabajar. “El docente está sobrecargado, en ambientes muchas veces inapropiados para dar clases. Falta discutir las condiciones de trabajo, más allá del salario”, explicó Gerardo Alzamora, secretario de Comunicación de SADOP.