BUENOS AIRES (Redacción) -La reforma educativa impulsada por el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires es, quizá, uno de los temas más sensibles de los últimos años al momento de exigir cambios en políticas de Estado a largo plazo como, en este caso, actualizar el sistema educativo.
Sabemos que el modelo educativo de la Argentina si bien rige de actualizaciones, quedó arraigado en el tiempo y muy lejos de los modelos innovadores de países como Suecia y Finlandia.
Ahora, la reforma estructural que se implementará a partir del próximo año en 20 escuelas secundarias de la ciudad de Buenos Aires generó otra grieta entre quienes defienden la modernización de la educación y acercarla a los tiempos que corren y los que descreen de esto alegando un fin de flexibilidad laboral a favor de las empresas.
El Ministerio de Educación dependiente de la ministra Soledad Acuña propone tres ejes centrales de la propuesta que ontempla el reemplazo de las notas por un sistema de créditos, la agrupación de materias por áreas de contenido y la división de los ciclos en básico y orientado, con -aquí el tema clave- prácticas educativas en el último año, cambios se implementarán en 2018 en escuelas como prueba piloto.
María Rosa Almadoz, secretaria de Planeamiento de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), aseguró que la reforma no representa un cambio de paradigma porque «un cambio de ese tipo es muy profundo, lleva centurias y se asienta en cambios históricos y colectivos». Y alertó sobre qué condiciones se generan en el último año de estudios secundarios al obligar a los chicos a trabajar y estar en la escuela al mismo tiempo.
Los padres de los alumnos, en su mayoría, exigen que esta práctica sea paga porque, caso contrario, se conforma un masa de mano de obra gratuita en empresas u otros organismos e instituciones que no debe ser aceptada sin mayor debate. Es allí donde las comunidades educativas temen otro fin del Gobierno porteño y exigen que se convoque a docentes y estudiantes a una gran consulta para debatir tal cuestión.
Por el momento, las autoridades porteñas no realizaron un llamado a una consulta generalizada pero la polémica ya está absolutamente instalada. Incluso, aún peor: muchas tomas en colegios está comandada por docentes y alumnos que quieren ser consultados antes de que se apruebe por ley una reforma educativa que, todos coinciden: es necesaria, pero con consenso.