BUENOS AIRES (Redacción) – Hay quienes aseguran que hay problemas que la Ciudad no va a poder solucionar en mucho tiempo. Entre esos problemas, hay tres que se destacan por la magnitud de una posible solucion, como es en el caso de la densidad poblacional porteña, el caos de tránsito y las inundaciones.
Sobre la cantidad de porteños que se reproducen más y más, «el mayor problema de la ciudad es la monocentralidad, que es la alta concentración de personas en el área central de Buenos Aires, que es también el centro del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Hay algunos avances como inversiones del sector, innovación en transporte público como el Metrobús, y no mucho más por hacer.
Con el incremento de un millón de personas cada diez años en el área metropolitana, la ciudad se mantiene estable en tres millones pero asfixiada al momento de movilizarse. Se estima que se pierde un promedio de entre 3 y 4 horas viajando por o entre la ciudad y el Conurbano bonaerense.
El tránsito es demencial: sólo por año se venden 700 mil autos, con lo cual se vuelve al punto anterior que es inobjetable: un trabajador no puede pasar un cuarto de su vida viajando, alertan los especialistas. Incluso, aseguran que por más medidas implementadas para desalentar el uso del auto, el resultado es terrorífico: por cada carril que se agrega a una autoista, ingresa el doble de autos de lo esperado.
Para mitigar este infernal uso del auto, el Estado está obligado a tratar de que haya un uso racional del automóvil y para eso hay que recuperar el ferrocarril urbano y suburbano, pese a que su mantenimiento -léase tarifa- deberá ser más elevado.
El otro punto clave son las inundaciones: Buenos Aires está surcada por distintos arroyos. El Maldonado es el principal, pero también están el Vega y el Medrano, que son muy amenazadores. Pueden haber sido entubados, pero como están en pendiente, el agua fluye hacia los cauces cuando llueve más de 50 milímetros, y no hay sistema de desagüe en el mundo que pueda evacuar eso.
Así de claro lo explican los expertos en la materia, que no dejan lugar a dudas: o se invierte en obra pública (en serio) o seguimos idealizando soluciones impracticables.