BUENOS AIRES – Además de la cuestión política, que lo es todo, hay más de un factor que puede desencadenar lo que nadie quiere: otra disparada del dólar. Motivos sobran, pero la idea del Gobierno nacional es mantener a la divisa lo más quieta posible antes del 27 de octubre y luego, en caso de haberlo, hasta la segunda vuelta electoral en noviembre.
Por el momento, desde Casa Rosada están tranquilos de que el escenario de un Riesgo País al alza sin techo, un dólar saltando de a un 30 por ciento y tasas de interés exorbitantes, es algo que por el momento no se prevé ni siquiera en el horizonte aunque la Argentina es capaz de todas las sorpresas juntas en el momento menos indicado.
Si en términos políticos no hay sorpresas relevantes que detonen el tablero por las nubes, en términos económicos son tres los factores que habrá que seguir de cerca, tal como menciona el periodista Walter Graziano en Ámbito: la compra de dólares al Banco Central, la fuga acelerada de depósitos y los vencimientos de deuda pública.
Estos posibles sucesos cambiarios podrían ser el detonante de otra corrida. Contra ese reloj va el Gobierno nacional que, hasta la fecha, tiene todo en contra: el voto escaso, el nulo crecimiento económico, la pobreza y el alto apoyo al Frente de Todos. Esto obliga a que el actual presidente de la Nación deba estar pendiente y atento a cualquier salto brusco dentro de la economía nacional para evitar males mayores.
Esto sí, pasadas las elecciones de octubre, y definido el pase de mando -en caso de concretarse- lo que ocurra entre ese mes y diciembre cuando se entregue el hipotético “bastón presidencial” nadie puede saber lo que va a pasar. De hecho, la próxima administración que llegue a la Casa Rosada se encontrará con un panorama oscuro y desolador: deudas imposibles de pagar y un Banco Central casi sin reservas.