¿Alguien se acuerda de Helena Rubinstein? Bueno, si no la recuerdan, tienen 2 minutos para ir a Google y encontrar esta historia. Pero antes de traerla al presente, una aclaración: si bien hay frases que están trilladas y que muchas veces el mismo concepto atenta contra esa propia afirmación, los humanos amamos las historias.
Pues… historia mata estadística. Pero hete aquí que en este caso, ambas van de la mano.
Hace muchas décadas atrás, Helena percibió y entendió que en los períodos de crisis económica, sin importar el motivo de la misma, se incrementaba la venta de lápices labiales o «pintalabios». Es decir, crecían las ventas durante las crisis más que en tiempos de bonanza. “Cuando una mujer no puede comprarse objetos como un vestido o un anillo, opta por comprarse una barra de labios”, relataba. Y razón no le faltaba.
La gran Helena Rubinstein
Helena Rubinstein levantó su imperio cosmético en la Gran Depresión del 29 ¿Cuándo lo terminó de consolidar? Durante la Segunda Guerra Mundial: creer o reventar. Nacida Chaja, fue una empresaria y coleccionista de arte y fundadora en Estados Unidos de la empresa de cosméticos Helena Rubinstein Incorporated. Se convirtió en una de las mujeres más ricas del mundo.
Por eso, si aún no estás del todo seguro de la relación entre producto, precio, mercado y contexto, volvé a esta hermosa historia.
Varias décadas atrás, la abundante información que hoy existe era viable, sin embargo, pese a ese valioso poder, visionarios como Rubinstein tenían la capacidad de poder leer el mercado a través de sus eventos sociales y políticos, y advertir cómo un usuario puede mutar en hábitos y consumos según el contexto. Así insertó su producto y así se posicionó en el tiempo hasta lo que es hoy, una tremenda historia de éxito.