BUENOS AIRES (Redacción) – Nada es imposible, sino, vayamos a las fuentes. Esta historia se te trata del emprendimiento de Victoria Becci, una diseñadora de indumentaria de Rosario, Santa Fe, que brilla en Buenos Aires y que ya conquistó a un inversor de origen coreano como socio para su negocio.
“Si uno tuviera que buscar un termómetro para poder medir el éxito de una marca, especialmente en el ultra-competitivo mundo de la indumentaria, sin duda alguna debería tener en cuenta si existe alguien dispuesto a invertir en el emprendimiento para que éste sea escalable y Victoria lo hizo con un inversor coreano”, resaltó el abogado Fernando Sánchez.
Con sólo 24 años, Becci ya triunfa en pasarelas y locales multimarcas de alto vuelo en Capital Federal, a donde decidió desembarcar con su marca y proyectos, apostando fuertemente por una estrategia de marketing digital y en redes sociales. “Su marca se destaca principalmente por la forma de comunicar, buscando que el producto llegue tal cual se ve en las fotos. Además, tiene un equipo de trabajo especializado y se encarga de mostrar en las redes que sus productos pueden tener distintos usos”, señala Sánchez.
Él éxito de Becci no debería ser un caso aislado. “Hoy, más del 60% de los jóvenes quiere emprender su propio negocio”, afirmó Sánchez. Pero cabe preguntarse: ¿están dadas las condiciones en Argentina para emprender? ¿Qué rol se le asigna al emprendedor desde el Estado?
“El emprendedor es quien pone en marcha el motor de la economía; es el mayor proveedor de fuentes de trabajo”, manifestó el especialista y explicó: “Nuestro sistema educativo formal no te prepara para emprender tu negocio, sino para emprender el de otros y aspirar a un puesto de trabajo importante”.
La Ley de Emprendedores, que espera por su reglamentación, ha sido un paso importante para incentivar la creación de proyectos propios, pero es insuficiente a juicio de Sánchez, que, incluso, trabajó en el diseño de la iniciativa. Para el especialista, es necesario que el Estado invierta en el emprendedor, pero no con subsidios, de manera tal que, en el día de mañana, un proyecto unipersonal pueda transformarse en una pyme o una gran empresa, como sucedió en algunos de los casos que narraremos en la nota especial de la revista.