Bárbara Toth, CEO de Fesa Group Argentina, toca un tema clave: las consecuencias de pasar casi todo un año sumergido en una pandemia. El burnout o síndrome de desgaste profesional, en un contexto normal, «es una enfermedad que surge como respuesta a un estrés prolongado. Es habitual que a cada fin de año se llegue cansado en función de las actividades laborales y personales -en agendas generalmente demandantes- que implican una exigencia en la rutina del día a día», explica.
«Este año que culmina es particularmente especial porque se agrega lo inesperado: transitar la pandemia y sus múltiples efectos. Como CEO de una compañía global de gestión de talento, me preguntaba cómo ayudar a los líderes a gestionar sus equipos, iniciando un 2021 tras un año con la pandemia como protagonista de año que dejamos. Y también, ¿este fin de año nos encuentra “con la cabeza más quemada”?», acotó.
Para Toht, «definitivamente no. No todos estamos en un burnout aunque algunas personas sí, algo simple de identificar por un profesional. Sin embargo, sí se observa una disminución de la motivación de los ejecutivos y una mayor irritabilidad, de la mano de una menor energía y menos ganas en la actividad cotidiana». De acuerdo a datos tomados de las herramientas psicométricas de nuestras evaluaciones, tanto en procesos selectivos como en los de desarrollo surgen con claridad índices preocupantes».
«Dinamismo, energía, perseverancia, visión positiva y tolerancia a la ambigüedad son las dimensiones en las que hubo un fuerte impacto negativo en los últimos 8 meses en los ejecutivos argentinos», explicó la profesional de cara a un 2021 que tendrá como principal objetivo recuperar todo lo perdido en 2020 y desear que no se haga presente un rebrote del COVID, con o sin vacuna.
Sin dudas, este cuadro es producto de lo vivido este año de pandemia, relacionado con los meses de encierro y la situación económica del país, a lo que se suma la falta de optimismo para mirar el 2021.