Si continuamos hablando y debatiendo acerca de la felicidad podríamos estar horas elaborando ideas, pensamientos y estrategias para alcanzar, aunque sea por momento. Pero quien tiene la verdad (o al menos casi toda) es Robert Waldinger, un científico que hoy le toca liderar un estudio que comenzó en 1938 en la Universidad de Harvard y que tiene por objetivo investigar a un grupo de estudiantes de la universidad y a su descendencia para conocer todo sobre la salud y la felicidad.
Este proyecto comenzó con 268 hombres en la década del 30, tiempos en que Harvard no admitía mujeres), y en la actualidad de todos ellos apenas menos de 20 quedan vivos. Lo increíble, en primer lugar, es que en ese grupo original de participantes se encontraban personas como el presidente John F. Kennedy o el editor del Washington Post, Ben Bradlee.
Décadas después, el estudio se amplió a la descendencia alcanzando a 1.300 personas, y luego en los años 70 a habitantes de Boston, Estados Unidos. Técnicamente, podríamos decir que Robert Waldinger tiene en su poder el secreto de la felicidad. Muchos desconocen de la existencia de este infinito estudio y menos los resultados que arroja, como que pese a lo que muchos creen, la fama y el dinero no dan felicidad. Lo que da felicidad es las relaciones con las personas. Y esto no es un cliché.
Felicidad y salud
El hombre de Harvard asegura que existe una conexión directa entre las relaciones, la felicidad y la salud. «El hallazgo sorprendente es que nuestras relaciones y lo felices que somos en ellas tiene una poderosa influencia en nuestra salud». Ahora, muchos se podrían preguntar por qué esto es así. Para el profesor, «los beneficios de crear vínculos personales plenos son enormes: ayuda a retrasar el deterioro mental, mantiene la capacidad memorística, controla el estrés y ayuda a dormir mejor».
Luego, continúa: «Es más, la felicidad es un indicador más seguro que la predisposición genética cuando se trata de longevidad. Las personas que estaban más satisfechas con sus relaciones con 50 años, estaban más sanos con 80». «La soledad mata. Es igual de poderosa que fumar o que el alcoholismo. Las personas que se sienten solas presentan muchos más riesgos para su salud. Esto esta avalado por la American Psychological Association que declaró en una conferencia que la soledad es un peligro para la salud pública igual de importante que la obesidad».
Más allá de la felicidad
Más de uno en este momento debe estar pensando: esto no es tan difícil. Sin embargo, los resultados de la investigación acerca de la felicidad de Harvard tienen una barrera: construir relaciones profundas y plenas no es fácil. Para enriquecer las relaciones hay que enfrentar las dificultades, hay que dedicar tiempo, cultivarlo y hacer un esfuerzo real y dedicado para comprometerse con la relación.
Waldinger lo detalla: «Algunas de nuestras parejas octogenarias podían estar discutiendo todo el día, pero mientras supieran que podían contar con la otra persona cuando fuera necesario, esas discusiones no afectaban a la relación». George Vaillant fue otro de los profesionales que debido al paso del tiempo se unió a la investigación en el cierre de la década del sesenta, y fue director del estudio hasta 2004. Según él, para mantener la salud mientras se envejece, la recomendación es hacer actividad física, no abusar de de alcohol y tabaco, alcanzar mecanismos maduros para hacer frente a los altibajos de la vida y disfrutar tanto de un peso saludable como de un matrimonio estable. La educación no fue un punto detallado como relevante.
«Cuando comenzó este estudio sobre la felicidad, a nadie le importaba la empatía o el apego, pero la clave para un envejecimiento saludable son las relaciones, las relaciones y las relaciones», concluye Vaillant.