BUENOS AIRES (Redacción) – El subte de la Ciudad de Buenos Aires vuelve a estar en el centro de la polémica. Tres veces por semana, Soledad Morel y Virginia Bordone (27 y 30 años) cantan en la estación Humberto Primo de la línea H.
Su arte no requiere amplificadores ni enchufes, ni otro instrumento, más que su voz. Tan sólo llevan un diapasón en el bolsillo. Vestidas de manera formal (para acompañar la estética de su voz, dicen), se acomodan en uno de los andenes, frente a un atril con el nombre de su grupo (Mariquita Sánchez de Thompson), y durante dos horas entonan piezas líricas y populares, detallan en La Nación. Empezaron a cantar bajo tierra en 2015, pero ambas dependen, para ganarse la vida, de sus trabajos «fijos», en una luthería y en una heladería.
En los últimos meses detectaron que se incrementaron los controles en las estaciones. Hombres que dicen ser agentes de Metrovías les piden que muestren sus permisos oficiales para tocar en el subte. Pero ellas no los tienen.
«El permiso es casi inaccesible. El trámite es complicado y cuando lo hacés, no te lo dan. Nos dicen que el subte está superpoblado de artistas. La última vez que pedí un certificado fue en septiembre del año pasado. Desde entonces no tuve novedades. Yo estoy de acuerdo con que nos regulen y nos organicen. El problema es que nos están prohibiendo de manera encubierta», dice Soledad. Ya presentó varias denuncias en la Defensoría del Pueblo y en la Procuraduría de Violencia Institucional (PROCUVIN), por maltratos en el subte. En una ocasión, filmó a dos agentes con su celular durante uno de esos episodios.
En Buenos Aires hay 2600 artistas callejeros, según cifras del Frente de Artistas Ambulantes Organizados (FAAO). Entre ellos, 220 tocan instrumentos, cantan y bailan en el subte. Pero sólo 59 tienen permiso del gobierno de la Ciudad.
Los artistas denuncian que intentan limitarlos, al punto de prohibirlos, de manera ilegal. Señalan que el subte es un espacio público y que las leyes de la Ciudad promueven el arte callejero. «Es cierto que esto es un andén y que la gente tiene que circular. Pero los músicos ocupamos un mínimo espacio y no tocamos a mucho volumen. La gente puede hablar tranquilamente. No sé por qué quieren excluirnos», dice Marcelo Motta, percusionista en la banda Avanti. Está junto al violinista Denys Bonilla y al guitarrista Pablo Ferraro. Tocan entre cinco y seis horas por día, también en la línea H.
Subterráneos de Buenos Aires (Sbase), la sociedad del Estado a cargo de la administración de la red de subte, asegura que debe «regular» su actividad para salvaguardar la «seguridad y libre circulación» de los pasajeros. «Si bien creemos que es importante darles lugar para que hagan sus intervenciones, siempre se apunta a no interferir en la circulación de los usuarios», dijo Sbase a LA NACION.
Para eso, otorga permisos que duran seis meses y son válidos para una estación específica, en un rango horario determinado y que no permiten intervenir en los andenes ni dentro de los trenes. Ante la consulta sobre los criterios para seleccionar a los artistas, dicen que fue por orden de llegada. «Se les dio el espacio siempre que se cumplieran las normas de seguridad, pero no hay un cupo estipulado».