BUENOS AIRES.- En el último año, en la ciudad de Buenos Aires se lograron algunas pequeñas cosas, siempre hablando de alquilar una propiedad tipo de 60 metros cuadrados para una familia de cuatro personas, dos adultos y dos niños. Para ellos, durante las últimas décadas, pensar en dejar de alquilar para poder comprar siempre fue un imposibilidad real. ¿El camino alternativo?
Esperar un golpe de suerte, la herencia de la casa familiar para los hijos, o tener la única chance, sea cual sea, de poder comprar. Luego, con la llegada del kirchnerismo, debutó al tiempo Procrear, un plan que hizo posible comprar pero duró muy poco, y se extingió a medida que lo hacía el propio Gobierno. La llegada de Cambiemos, hace dos años, logró que de una vez por todas el argentino promedio y los porteños pricipalmente puedan soñar con dejar de perder dinero en un alquiler mensual.
Y lo lograron, pero también duró poco. La inflación, una vez más, hizo estragos en la economía real. La versión UVA de los créditos, a baja tasa pero con una inflación en alza, terminó por dilapidar las ilusiones.
Hoy, nuevamente, estamos igual que al principio, pero aún peor: ya ni alquilar se puede.
Y aquí van los números:
-Si un porteño con un ingreso de $21.000 quería alquilar en enero pasado, un dos ambientes en Almagro, de $10.000, debía destinar el 47% de sus ingresos en el pago del alquiler (sin contar expensas, impuestos ni servicios).
-Si ese mismo inquilino quisiera alquilar ese departamento en enero de 2019, estaría percibiendo ingresos de $24.150 (15% de aumento anual, número al cual están cerrando casi todas las paritarias), mientras que ese alquiler habría aumentado un 48% (proyectando los números del informe), es decir, $14.800. Por lo tanto, debería destinar el 61,2% de sus ingresos solo para pagar el alquiler.
Si se destina así más del 60 por ciento del salario en el alquiler, dos cosas: o se factura una fortuna en el trabajo, o todo baja. Ninguna de las dos: el salario real perdió poder adquisitivo y el cuadro tarifario dio lugar a tarifas desesperadamente altas.
Por eso, hoy, en el octavo mes del año, la cuestión es bien compleja: alquilar es caro, comprar imposible, y sostenerse en ambas es una misión suicida.