(REDACCIÓN) – Se sabe que es una cuestión de tiempo, pero para algunos países, es una cuestión de brevedad. Es lo que pasa en Suecia, donde su Banco Central prepara el lanzamiento de la que puede ser la primera moneda virtual estatal europea, que ya tiene nombre y que erradicaría para siempre el clásico billete.
Se trata del «e-krona» o corona digital, una moneda que será la de curso legal total en una nación donde el uso del efectivo prácticamente ha desaparecido.
Según un informe del portal especializado en economía digital, iProup, el propio gobernador del Banco Central, Stefan Ingves, aseguró: «En la posición en la que estamos, no sería adecuado quedarnos con los brazos cruzados, sin hacer nada, y luego observar cómo el dinero en efectivo ha desaparecido». «No se puede regresar en el tiempo, pero sí se tiene que encontrar una manera de enfrentar el cambio», agregó.
Según explica un reciente estudio publicado por la autoridad monetaria de ese país, «el Riksbank tiene bajo análisis cuál debe ser su papel en un mundo cada vez más digital y es por eso que lanzó un proyecto para examinar el alcance que tendría emitir una moneda virtual como complemento del efectivo en circulación». En este marco, los expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) analizan sus pros y contras.
¿Entonces qué sería e-krona?
«La e-krona sería una moneda digital emitida por el Banco Central y se emplearía como alternativa al uso de tarjetas o aplicaciones desarrolladas y administradas por entidades privadas para efectuar pagos y complementaria al efectivo, cuyo uso está en franco retroceso», afirma August Corrons, profesor de dicha universidad.
En su opinión, este es el principal motivo para su creación, ya que sostiene que «si el cash termina desapareciendo, todo el mundo deberá tener una cuenta bancaria y una tarjeta de crédito o de débito. Quedará sujeto a las decisiones de los bancos y, si estos deciden poner más comisiones o cerrar el grifo para ciertas personas, la situación puede ser crítica».
Según el informe oficial, la idea es que la e-krona pueda utilizarse con un tipo de tarjeta recargable, como si fuera un monedero, pero que también permita realizar depósitos en una entidad bancaria pública.
Otro punto es que toda operación dejaría su huella, por pequeña que sea, ya que «como es una moneda digital –apunta Corrons– cualquier movimiento quedará registrado». «Esto es positivo para evitar desvíos ilegales en el uso del dinero, si bien resta privacidad. Habrá que tener mucho cuidado, ya que hay determinados bienes o servicios que, quizás, se desean comprar de forma anónima y esto, si no es en efectivo, no será posible», indica.
Además, y tal como está debatiéndose en Suecia, Corrons recuerda que existen ciertos segmentos de la población para los que es complicado prescindir del «cash»: no solo los mayores o la gente sin conectividad, sino también las personas discapacitadas o con muy pocos recursos. «Sería necesario hacerles algún tipo de acompañamiento o garantizar que exista una convivencia entre el dinero en efectivo y la e-krona», explica.
En igual dirección, ciertos grupos de defensa de los consumidores afirman que este cambio deja en desventaja a muchos jubilados –una tercera parte de los suecos tiene 55 años o más– así como a algunos inmigrantes y minusválidos. Ellos no pueden tener fácil acceso a los medios electrónicos para adquirir ciertas mercaderías o hacer transacciones. Dependen de los bancos y sus servicios al cliente.
«Si desaparece el dinero en efectivo, sería un gran cambio, que tendría implicaciones importantes para la sociedad y la economía», señaló Mats Dillén, director del comité del Parlamento sueco que estudia el tema. «El uso de efectivo está disminuyendo a un ritmo cada vez más rápido», indicaron los congresistas. «Por lo tanto, es totalmente inadecuado legislar para influir en la demanda de dinero», añadieron.
La idea
La sociedad sueca usa cada día menos monedas y billetes. Los datos más recientes de los que dispone el el Riksbank indican que a lo largo de 2018 solo el 13% de los ciudadanos efectuó pagos en efectivo, mientras que en 2010 el porcentaje era del triple. El abandono del efectivo es de tal magnitud que la mayoría de los suecos «casi nunca» paga con billetes y la quinta parte de ellos, en un país de 10 millones de personas, ya no emplea cajeros automáticos, según datos publicados por The New York Times.
En consecuencia, los bancos han desmantelado en los años recientes cientos de cajeros automáticos. «Actualmente, se emplea tan poco efectivo, que se ha encarecido su vigilancia y preservación», comentó Leif Trogen, funcionario de la Asociación de Banqueros Suecos.
Incluso, ya más de 4.000 suecos se implantaron microchips en las manos a un costo de u$s180 que les permiten abonar pasajes en tren, entradas a espectáculos y comidas, además de configurarlos para almacenar contactos de emergencia o autorizar la entrada al domicilio, oficinas, hoteles o gimnasios.
«Tener diferentes tarjetas que verifiquen tu identidad en un montón de sistemas distintos simplemente no tiene sentido. Usar un chip significa que puedes simplificar los entornos hiperconectados en los que vives», remarcó ura Jowan Osterlund, fundador de BiohaxTech, empresa que comercializa estos chips.
«En Suecia, los billetes y las monedas representan solo el 1% de la economía, en comparación con el 10% de Europa y el 8% de Estados Unidos», indicó la experta Liz Alderman.
Entre la gente de 18 a 24 años, las cifras son sorprendentes: hasta el 95% de sus compras las hacen con una tarjeta de débito o una aplicación para teléfonos inteligentes llamada Swish, un sistema de pago diseñado por los bancos suecos más importantes.
Es más, algunos pequeños comercios y grandes empresas, entre las que se incluyen las de servicios públicos, ya no permiten pagar en cash. Un ejemplo es el de la cadena Ikea, que en una de sus sucursales decidió sumarse a esta tendencia tras comprobar que menos del 1% de los compradores pagaba con billetes físicos y que sus empleados pasaban cerca del 15% de su tiempo recibiendo, contando y guardando dinero.