BUENOS AIRES (Redacción) – A menudo leemos noticias sobre que en determinadas ciudades o pueblos de Asia regiones muy alejadas de las urbes aparecen focos de contaminación relacionados con la tierra o con recursos contaminantes en la zona que ponen en riesgo la salud de la gente. Pero esto muy difícil que ocurra en el distrito más rico de la Argentina, la Ciudad de Buenos Aires. Aunque todo puede tener su excepción, como la villa 21-24.
¿Qué pasó? En la villa 21-24 encontraron plomo en las tierras que lindan con el Riachuelo, y no en cantidades menores. El metal pesado fue encontrado mientras realizaban tareas de ampliación de la red de cloacas y de agua potable. Y el hallazgo se produjo justo cuando se están por cumplir 10 años del fallo de la Corte que obligaba al gobierno nacional, provincial y porteño a sanear el Riachuelo, materia pendiente desde hace 50 años.
Ahora, la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) llamó a concurso para que una empresa se haga cargo de tratar esos residuos peligrosos y tratar, no de sanear, pero sí que no empeore más de lo dañado hasta el momento pese a que el daño ya es insuperable.
Para que se entienda, el plomo afecta el sistema nervioso central en forma de cefaleas, insomnio, alteraciones del carácter y de la memoria. En casos puede generar trastornos en el desarrollo para el aprendizaje del niño y anemia. Pero en contacto sostenido y directo del humano con el plomo lo puede llevar a sufrir afecciones crónicas, es decir, de por vida.
El saneamiento del Riachuelo nunca fue un objetivo serio y a largo plazo cómo sí se hizo con ríos incluso más contaminados de Europa, y esto le cabe a toda las gestiones que han pasado por la Ciudad y que nunca hicieron nada por remediarlo.
Ni antes, ni ahora, y mientras la gente se sigue contaminando.