BUENOS AIRES (Redacción) – Durante muchos años se pudo ver una y otra vez a dirigentes políticos y funcionario llegar a la función pública de una manera e irse de otra. A nivel nacional, en las provincias, los municipios y claro, la Ciudad de Buenos Aires que no puede quedar afuera.
Según los últimos informes, ya sea por actualizaciones atadas a la inflación, activos financieros u otros bienes, los funcionarios de la Ciudad incrementaron su patrimonio en un 40 por ciento respecto al 2016. Por ejemplo, mientras el año pasado los funcionarios porteños habían declarado bienes por $88 millones (2016), ahora demostraron tener activos por casi $125 millones.
El jefe máximo de la Ciudad, Rodríguez Larreta, creció casi un 20 por ciento su patrimonio, que hoy detalla los siguientes activos: un departamento en Recoleta, un terreno en Benavídez, lotes en Villa La Angostura (Neuquén) y Pilar Buenos Aires), todos heredados de su familia, más acciones de sociedades agropecuarias cotizadas en más de $ 11 millones.
Andy Freire es el más millonario entre los funcionarios, con $57 milloones en su haber, 11 más que el año anterior. ¿Qué tiene? Una camioneta Kia Carnival 2006, un Audi A6 2013, una Chevrolet Spin 2016; propiedades en Barrio Norte y Recoleta, más propiedades en Nordelta y Bariloche, y un completo portfolio de bonos, títulos y acciones propios de un inversor con conocimiento.
Pero no termina ahí: dispone de $21 millones en títulos públicos; acciones ordinarias en Pampa Energía, YPF, Banco Galicia, Banco Macro y participación en los fondos de inversión Alliance Bernstein, Morgan Stanley y Legg Mason, más otros depósitos en dólares y $300 mil en bitcoins. Otro que creció y mucho fue el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, quien pasó de tener $10 millonnes a más de $16.
Luego, en la lista le siguen el jefe de Gabinete, Felipe Miguel, con casi 8 millones de pesos de patrimonio; el ministro de Desarrollo Urbano y Transporte, Franco Moccia, con casi $7 millones aunque en su caso su patrimonio dio marcha atrás.
Entre políticos nacionales, economistas, diputados y sindicalistas, se podría deducir que Argentina, tal como se dijo en algún momento, está condenada al «éxito».