BUENOS AIRES (Redacción) – En los últimos años sobran los ejemplos de grandes o reconocidas empresas o marcas que de un momento al otro, pasaron de un buen andar al cierre irremediable de sus negocios, llevándose consigo claro a los trabajadores que muchos de ellos dedicaron años y pasión por un restaurante o por un proyecto.
Y muchos de ellos, antes de pasar a la historia, decidieron reconvertirse en sus propios jefes y mutar a la modalidad cooperativismo. Así fue que grandes restaurantes como Alé Alé, Los Chanchitos o Los Cabritos, en la República de Mataderos, lograron sobrevivir a la quiebra y hoy siguen adelante.
Pero a nosotros nos ocupa el barrio de Mataderos, barrio con tradición y mucha, ya que acuña la Feria con más historia de todo Buenos Aires, y un lugar para comer que es la historia misma del barrio: Los Cabritos. Este lugar convertido en cooperativa es insignia de la zona, y sus trabajadores como el presidente,C Carlos Carvalho, nunca dudaron en tratar de respetar los precios hasta el último recurso, y no permitir ni medio paso atrás con la calidad de los platos. Carvalho cuenta su fórmula: «A nosotros nos mantiene la consigna bien elevada que es una buena atención al cliente, no matarlo con los precios pero mantener la calidad de siempre, sea como sea. Sabemos que hoy los servicios públicos ya son variables que pueden causar el cierre de un local, pero si aumentamos los precios debe ser como verdadero último recurso».
En la reciente edición de la mejor parrilla de la Ciudad de Buenos Aires, donde votan todos los vecinos, Los Cabritos se metió entre las 10 primeras. Mantener la esencia del barrio, apostar a llevar adelante un restaurante antes de quedarse sin trabajo, y no perder la calidad, los llevaron hoy a seguir con las puertas abiertas.
Como lo hicieron siempre, como siempre lo querrán hacer.