BUENOS AIRES (Redacción) – Algo es algo. Si bien el mundo va hacia una vida más sustentable, las principales capitales globales compiten para hacer punta en el mundo que está por venir. La ciudad de Buenos Aires, por caso, ha decidido prestarle atención al tema pero aún está muy rezagada en comparación con las urbes del continente europeo.
Sin embargo, con pequeños pasos, Buenos Aires quiere reconvertir su urbe, y uno de los primeros pasos es la energía, que debe ser reducida al máximo posible. La luminaria es una de sus fugas, por eso el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño colocó la luminaria LED número 100.000 en el barrio de Parque Patricios y de acuerdo a las previsiones, para fines de este año el número será de 105.000 con el objetivo de que para 2019 Buenos Aires sea totalmente una ciudad LED.
El programa de recambio de luminarias a LED comenzó en 2013, y desde ese año se logró ahorrar 180 GWh lo que equivale a la energía promedio que genera un parque eólico de 50 MW en la Patagonia durante un año. Además, representa la energía necesaria para abastecer a casi 40.000 hogares durante 12 meses.
Una vez colocadas, las luminarias continuarán generando una reducción del consumo eléctrico anual de 75 GWh hasta el año 2030, lo que a su vez equivale a abastecer a casi 17.000 familias promedio. Los beneficios de avanzar en la tecnología no terminan: además del ahorro energético y económico, se logra una descongestión de las redes eléctricas que finalmente contribuyen a evitar cortes de luz.
En el aspecto técnico, es más útil: la luminaria LED se controla a través de un sistema de telegestión que ofrece la posibilidad de encender, apagar y regular la intensidad de las luces, como así detectar fallas en tiempo real y proceder a su solución en tiempos más acotados.
Según las autoridades porteñas, para fines de 2017 todas las avenidas de la Ciudad tendrán luces LED. Se sumarán plazas y parques y reparticiones públicas.
Quedará muchor por hacer: sumar un parque automotor con coches eléctricos, puntos de carga como estaciones de servicio en todos los barrios, edificios inteligentes y, claramente, un cambio de hábito y de cultura energética, quizá, lo más difícil de lograr.